Las resinas termoestables reforzadas con fibras, habitualmente de vidrio y carbono, dan lugar a materiales ligeros y muy resistentes que resultan de gran atractivo en sectores estratégicos como el aeronáutico (5,3% CAGR 2018-2023), energía eólica (4,7% CAGR 2018-2023), automoción (3,8% CAGR 2018-2023) o la construcción (4,0% CAGR 2018-2023) debido a sus altas prestaciones. La demanda en estos sectores seguirá impulsando su crecimiento en los próximos años. Sin embargo, todavía tienen limitaciones técnicas sobre todo en su fin de vida debido a su inherente complejidad y la dificultad de aplicar un ecodiseño, generando residuos plásticos.
Desde el Centro Tecnológico AITIIP se trabaja en una aproximación circular que permita valorizar a todos los niveles los materiales compuestos y sus componentes. Desde el desmantelado selectivo para su reuso y remanufactura en distintos sectores, promoviendo la simbiosis industrial, hasta nuevas tecnologías sostenibles de reciclaje químico y biológico, donde se busca poder valorizar tanto la resina como la fibra de manera eficiente y sin perder su valor original. De este modo AITIIP pretende aportar su grano de arena para resolver una problemática que pese a la juventud de dichos materiales compuestos, ya es una realidad. En los próximos años será necesario dar un fin de vida sostenible a 12.000 aviones, 3.800 palas eólicas en EU y 8.000 en EE UU, el 11% de residuos plásticos compuestos generados por el sector de la construcción o las más de 6 millones de embarcaciones de recreo abandonadas… entre otras aplicaciones.
Los proyectos VIBES y BIZENTE, coordinados por AITIIP, vienen a desarrollar y garantizar un ecosistema circular para estos materiales, contribuyendo a los objetivos del pacto verde europeo para lograr una Europa climáticamente neutra en 2050. Ambos proyectos se enmarcan dentro del programa Europeo de financiación público-privada de las industrial biobasadas (BBI).El proyecto VIBES presenta una solución innovadora basada en el desarrollo de una nueva tecnología verde centrada en la separación y recuperación controlada de los componentes mediante el desarrollo de estructuras químicas funcionales que presentan propiedades de adherencia en condiciones normales de trabajo del material, pero que frente a ciertos estímulos (temperatura, UV o pulso eléctrico) son reversibles y facilitan la separación química entre la fibra y la resina. Estas estructuras químicas se incorporan bien en la resina o bien en la interfase entre la fibra y la resina; y se basan en combinaciones de redes dinámicas covalentes (vitrímeros, reacciones Diels-Alder e interacciones moleculares basadas en arquitectura supramolecular). Una vez se induce el estímulo y se produce internamente dicha disociación, se procede a un reciclado químico en un reactor utilizando disolventes sostenibles y biobasados en condiciones suaves de temperatura y presión. El disolvente desintegra la resina hasta obtener monómeros o unidades primarias que se pueden recuperar para volver a producir resinas u otros compuestos químicos. Por su parte, la fibra es recuperada y valorizada en nuevas aplicaciones y productos.
Una particularidad del proceso BIZENTE, es la necesidad de que la enzima sea capaz de encontrar en el residuo de composite los compuestos modelo o estructuras que es capaz de identificar y separar. Para ello, el proceso requiere de una etapa de pre-tratamientos bien sean mecánicos o químicos que permitan romper la estructura de la matriz y favorecer el ataque enzimático. Es por ello, que durante el proyecto se testean tanto moliendas y micronizados como la incorporación de redes dinámicas covalentes (semejantes a las desarrolladas en VIBES) en la estructura de la resina, para evaluar el efecto que tiene en el reactor y ver si el proceso es más eficiente y se favorece la digestión enzimática.Ambos proyectos están concebidos para dar respuesta a las necesidades de los composites termoestables convencionales (derivados del petróleo), aunque existe una segunda fase en ambos proyectos en los que se testearán prototipos desarrollados con resinas biobasadas sustitutas de las actuales, así como con fibras naturales biobasadas como el lino o la fibra de carbono obtenida a partir de la lignina. De esta manera se espera desarrollar tecnologías versátiles que den una solución tanto a la problemática actual como a los nuevos composites sostenibles que están por venir.